No puedo dormir desde que el CEO de Instagram anunció un programa piloto en Canadá para volver más amigable la experiencia de la plataforma de redes sociales. De entrada, si quitan los likes en Instagram será como terminar con el foreplay a la hora de la intimidad. Existe -hoy por hoy- una clarísima interacción entre usuarios: un me gusta significa: ¡hola! Varios likes seguidos es el equivalente a ¡me encantas! A veces, hasta ocurre que ponemos un like y lo quitamos inmediatamente, eso significa algo tipo “psst, psst”. Si termina la interacción virtual, la red social dejará de competir con sus mensajes directos (o DMs) con otras como Grindr® o Tinder® que finalmente dan a través de un mensaje directo lugar a la cita y el añorado encuentro final. Así existen allí mismo los ligues con foto y todo. ¿Con un qué te gusta? (y viceversa) y, hasta a dónde podríamos ir. Otro código no explorado son los follows automáticos para que se sientan (sintamos, dijo el otro) bien. O los reclamos todos de ‘nunca me pones un like’ o viceversa. Y de los comentarios, mejor ni hablamos: guapo!, handsome! Gorgeous! et al Aún no acabo de descifrar todo, me excita Instagram y hasta aquí el declarado on the record que soy un #junkie adicto a las redes sociales como CEO de mi propia empresa de branding personal -preocupado de mi marca- aunque más, más, más a mi revista o “publicación” virtual allí mismo. La culpa NO es de ninguna manera de @ValeCollado, ni de @RominaSacre, ni de @CynthiaGrajales con quienes disfruté por primera vez el rush de los posts en @Instagram. Ni de @Jimnes, ni de @high_onfashion , ni de ninguno los que me introdujeron a la plataforma social como @alfonsoparragp @nataliadavilalondono Todo empezó un 3 de octubre del 2014 cuando @GinisPv me invitó a la inauguración de @PalaciodeHierro Querétaro y juntos, all of the above (más otros de cuyo nombre prefiero no acordarme) me convencieron de las bondades de @Instagram. Y lo out que estaba yo publicando en @Twitter. Obviamente nunca me avisaron del código oculto op cit, ni mucho menos del peligro de los stalkers que me siguen, me mandan mensajes, propuestas indecorosas a la Indecent Proposal de Demi Moore y Robert Redford y su más reciente encarnación con Renée Zellweger What/If del 2019 que se encuentra en Netflix con sus diez episodios. Ni de la solicitud de fotos, nudes, e invitaciones muy, muy aquí que he recibido y hasta ‘dates’ con certificación kosher algunas preocupadamente acompañadas de exámen psicométrico (para comprobar justo que no son resultado de locuras por parte de wierdos). Un análisis de nuestro comportamiento en redes sociales está siendo realizado muy de cerca por Instagram para evitar además el bullying, ofrecer una experiencia más amigable (especialmente para los adolescentes), y siempre disfrutable. Mucha tinta en el New York Times al respecto y, de manera constante, porque los padres estamos preocupados al respecto de los efectos en nuestros hijos, aunque creo que más, más, más por nosotros. Y en Instagram hay cada vez más nuevas páginas que denuncian, denostan, critican, y hacen una autopsia de todo, todo: Que si inventadas.inventadas. Que si what the fffake (ahora hasta en una versión plus) Que si Cosas de Whitexicans en Twitter. Y habrá que recordar que las ideas modernas de masculinidad incluyen NO usar colorido, emojis aún cuando hacen más ocurrentes las publicaciones (tal y como me lo reportó mi asesoría para redes sociales que finalmente no contraté). Los que sí es claro es que Instagram adolece ahora también de lo mismo que Facebook donde no aparecen las publicaciones por orden cronológico sino por likes y han repetido el error en justificando de la misma manera: la culpa es del algoritmo. Sólo vemos muy pocas de las publicaciones de quiénes seguimos, más frecuentemente únicamente a las que les damos like (para repetirlo en reciprocidad), y la plataforma está plagada de fake news: locación incorrecta, publicidad siempre, estrategias de venta. De igual manera, está saturado de publicaciones de celebraciones de días mundiales, el día de…, el cumple de, o ya de plano saludos al mes, fecha u horóscopo. ¡Qué hueva! Sólo pocas cuentas o “creadores de contenido” se salvan por su humor, su frescura y más. Y las cada vez más importantes Stories son como un periscopio de un u-boat para espiar a todo quien te interese, a todo lo largo y lo alto. Pero una cosa es clara: tener seguidores no es una divisa internacional virtual, como bitcoin. No te hace acreedor a freebies, ni a privilegios, ni a nada de nada. Sólo te permite hacer día a día un exámen de conciencia sobre si esos seguidores son reales (vs. bots), si tus likes son automáticos o producto de un paquete de idem así como los comentarios contratados mensualmente y si todo es un nuevo fraude (y tú muy bien). Pero mientras tanto: Yo instalado en blogger. Un, dos, tres, por mí y por todos mis compañeros y ya instalado en total complicidad empiezo a asumir el incremento en las solicitudes por Instagram especialmente de para la compra de followers y ofrecimiento de servicios para el manejo de mi cuenta. Y hasta de ¿sexoservidoras? sin seguidores. Lo que sí es un hecho es que creo que tendré que mandarle rosas a mi consen Gina Pineda por invitarme hace tanto a su piñata cuando en una “verdadera intervención” de estrellas de las redes me abrieron mi cuenta de Instagram y me introdujeron al vicio. Y eso del tamaño namás no importa, porque lo de ahora son los micro mínimos influencers, con una esfera clara y efectiva de followers reales y donde se puede ver y reconocer quien es quien en el mundo de los comentarios. Finalmente lo importante es PERTENECER #Se AceptanSugerencias PS Aquí cada viernes, lo que sí importa. Y no dejes de seguirme en Instagram para que veas todo lo que sucede y leerme en Twitter ambos @rafaelmicha y lee todas las columnas en la web en radarmicha.com