Erradicando la insensibilidad por Victoria Micha y Sophia Sacal -colaboradoras invitadas

Ejecutan a tres en Ciudad Juárez.” “Niña de 11 años asesinada por feminicidio.” “Enfrentamientos en Reynosa dejan cuatro muertos.” “Empleado abre fuego en local de UPS en San Francisco.” “Al menos 12 muertos en devastador incendio en la Torre Grenfell.” “Un ataque suicida contra un convoy de sirios evacuados causa más de 120 muertos.” “47 huérfanos entre los más de 4,000 niños evacuados de Alepo.”

Como bien dijo Andy Warhol, “Cuando ves una imagen espantosa una y otra vez, deja de tener efecto.”  Cada día, encontramos más y más noticias—sobre asesinatos, violaciones a los derechos humanos y otros actos crueles—en las portadas de  periódicos, revistas, y redes sociales. Sin embargo, éstas han perdido el poder de asombro o de horror que alguna vez tuvieron. La pregunta que surge, entonces, es: ¿qué hace que una noticia nos impresione y horrorice, si finalmente estamos ya tan acostumbrados a tales tragedias y crímenes?

Lo que verdaderamente nos debería de escandalizar es precisamente esta situación: el hecho de que el humano se ha vuelto absolutamente inmune. Los medios de comunicación están endosando la ignorancia al banalizar y normalizar la gravedad de la realidad. Cuando vemos una imagen de un niño Africano, arrodillado, comiendo los restos de alguien más del piso, ya no sentimos compasión. Cuando leemos la noticia de un ataque terrorista, la reacción inmediata deja de ser sorpresa; han pasado a ser parte de nuestras vidas diarias.

Nos deberían de dejar de impresionar los crímenes que se cometen en el país o los atentados que suceden alrededor del mundo; en vez, deberíamos de preocuparnos por recuperar ese sentido de compasión que se ha perdido. Debemos de tomarnos el tiempo para reflexionar y volcarnos a nosotros mismos—a nuestros pensamientos y nuestra percepción del mundo en el que vivimos y de las vidas que llevamos. ¿Qué precisamente es lo que nos ha conducido a tal insensibilidad? ¿A nuestra actitud meramente tibia cuando se trata de tales hechos?

De manera profética, el autor ruso Fyodor Dostoyevsky, puntualmente remarcó: “¿A qué se debe que permanezcamos poco menos que insensibles ante estos hechos que nos presagian un sombrío porvenir? ¿Hay que atribuir esta indiferencia a la osadía, al agotamiento prematuro de la inteligencia y la imaginación de nuestra sociedad, joven todavía, pero ya débil; al relajamiento de nuestros principios morales o la ausencia total de tales principios?»

Lamentablemente estás preguntas permanecerán abiertas para la humanidad, y en la medida en la que nosotros no dediquemos nuestro tiempo a contestarlas el mundo seguirá situado en un momento en la historia en tremendo e inminente declive, que solo desembocará en el fin de la humanidad como la conocemos. No podemos esperar a que esta situación sea una cosa del pasado, un suceso del cual podremos aprender. Debemos decidir actuar. Ahora. Constantemente mostramos nuestra cara de preocupación y horror ante el mundo; fingimos escandalizarnos, pero en verdad el morbo nos entretiene y la desgracia ajena nos cobija en una especie de auto complacencia.   En tan solo un abrir y cerrar de ojos, las atrocidades con las que nos topamos quedan como sensación en el pasado; siendo reemplazadas y pasadas a un segundo plano por nuestras alegrías y placeres cotidianos. Pero aún queda esperanza; la promesa de las nuevas generaciones, quienes hablan de una reflexión y de una consolidación pronta con la sociedad en la que actualmente estamos sometidos.

El primer paso hacia el cambio es siempre la conciencia, y para esto se necesita adquirir un sentido último de responsabilidad colectiva. Debemos de responsabilizarnos por los actos que acosan nuestras vidas diarias y las situaciones que permean el mundo en el que vivimos. Solamente de esta manera llegaremos a a la posibilidad de una vertiente de cambio. En la medida en la que reconozcamos que todos somos responsables por todos, la humanidad tendrá la oportunidad de trascender de manera positiva. Lo que nos queda como individuos precursores del cambio es vivir nuestras vidas en base a la célebre frase del ministro de Inglaterra, Winston Churchill: “El precio de la grandeza es la responsabilidad.

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Luxury Lab 2017

Con de un brunch muy VIP con los ponentes que viajaron del extranjero y los líderes de la industria del lujo de nuestro país que se llevó a cabo en Distrito Capital se dio el banderazo de salida de Luxury Lab 2017 la semana pasada. La presente crónica será como de una ´muerte anunciada’ o más correctamente como una boda a la que si NO estás invitado no puedes asistir -y más, más, más porque ya pasó- pero por su relevancia e importancia hay que dar cuenta de ello. Como se debe. Agasajados por DIAGEO bajo el ojo avisor de Karen Nichols supervisando a su equipo formado por Juan Pablo Molinar Ron Zacapa Brand Ambassador y Ricardo Cortizo whisky specialist representando JWBlue Label la tarde fue una delicia. También presentes los miembros de la prensa de estilo de vida y lujo -encabezados por Lourdes Mendoza y su columna Con Estilo y Placeres y Negocios, Deby Beard y Mundo del Vino y los Placeres Sensuales, y Suite Presidencial, además de mi editora estrella de RSVP Excélsior (¡aquí presente!) y otros más hicieron lo propio. Así como los so called influencers más reconocidos del país como Pam Allier, Fer Medina, Venus Fabricatore y Oscar Madrazo quienes atestiguaron todo. Y los ponentes como Ffleur Roberts, quien en petit comité y a puerta cerrada recibió a un grupo el martes para un workshop por primera vez, y otros más. Abelardo Marcondés no podría estar más feliz. Decidió darle continuidad a su foro celebrado en Miami y ahora en Mexico con un sutil hilo conductor: el interiorismo y por ello seleccionó Distrito Capital el único hotel que el diseñador de interiores Joseph Dirand ha hecho en la Ciudad de México que ahora recién decoró The Surf Club. Así es, diez años después que GRUPO HABITA Four Seasons contrató a un diseñador de interiores que el ojo creativo de Carlos Couturier ya había puesto en el radar de la industria para la inauguración de Distrito Capital y un poco después reconfirmó en HABITA Mty. El que describen como “arguably the most sought-after talent of the design world” en T Magazine del New York Times fue el común denominador entre los dos Luxury Labs, evento que ni los muros, ni las políticas de Trump pudo cancelar. Lo que sobrevivimos la aventura del brunch llegamos puntualmente a la cita para desahogar la agenda de trabajo del lunes. Este año, la séptima edición de LuxuryLab.Mx  se desarrolló con el tema Sustentabilidad e Innovación y entre VIPs, empresarios, y celebridades como el Juanpa y all of the above  se llevó a cabo el foro el 12 de junio en el The St. Regis Mexico City a partir de las 8:00 horas. Las sesiones, interesantes. El almuerzo espléndido. Y la compañía en la comida, más. Y al finalizar el evento todos se dieron cita en en el bar Fifty Mils en el Paseo de la Reforma, 500. Ya al día siguiente muy en petit comité el director de Careyes, la directora de Montblanc Mexico y otros más nos reunimos con Fflur Roberts en Casa Editorial de Edgar Alan Poe, 94 Polanco para una productiva sesión de trabajo de 10:00 a 12:00 horas. El lujo en nuestro país está a todo lo que da. Y las estadísticas y pruebas contundentes allí están a la vista de todos. #LuxuryLabMX  #Sustainability #Innovation Sígueme en Instagram y en Twitter y lee todas las columnas en www.radarmicha.com

 

 

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Fences, pero no la película

Con la omniprescencia de Ai Weiwei -cuyo nombre escuché por primera vez de mi consen Abaseh-  se vuelve a poner de moda en el segundo semestre del año el tema de los muros en EEUU después de su falta de asignación de presupuesto y casi ‘cancelación’. Obvio, no el tan cacareado y amenazado muro del presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump, entre nuestras naciones. No el Muro de los Lamentos, donde justamente fue a orar el líder del mundo libre -de entrada por salida- en su visita a Israel en mayo pasado. Tampoco, de “moda” el muro que me propinaron mis inconscientes vecinos pared con pared –literalmente- de más de 10 metros de altura. Indignante. Innecesario. Porque la colindancia no obstruye. So uncivilised y carente de un mensaje de ‘buena vecindad’. Es el muro que se yergue amenazante ADEMÁS de otro muro en mi terraza, pero más, más, más, insifribles los más de cuatro años de obra desconsiderada y descomunal que quedan para la posteridad. El ecocidio de una empresa voraz, ‘desarrollador inmobiliario’ Terraforma: el constructor/destructor. El abuso intransigente. Pero esa es otra historia llena  de desaciertos del “arquitecto”, de una constructora que trabaja sin horarios, ni fecha en el calendario, ni respeto y con la complacencia y contubernio de la autoridad local. En fin. Pero regresado a Ai para seguir alimentando su controvertida imagen pública el artista chino que saltó a la fama gracias al “Estudio de Perspectiva 1995” -un ‘bird finger’ desde la plaza de Tiananmen que dio la vuelta al mundo instantáneamente en una época en que Instagram ni Twitter existían todavía. Ahora el Sr. Ai exhibirá  a partir del 12 de octubre “Fences Make Good Neighbors.” ¿Me estás leyendo, inútil op. cit.? La organización Public Art Fund para celebrar su 40° aniversario ha comisionado 10 proyectos que tienen que ver con los muros, las bayas, y serán exhibidos in situ por todo Nueva York. ¡Qué ansiedad para comparar y enseñarles a mis vecinos! Parece que fue ayer cuando visitamos en la bienal de Venecia 2013 sus 4 exposiciones diferentes, en distintos lugares. Desde los dioramas de su excarcelamiento / arresto domiciliario, el pabellón de Alemania dentro del Arsenale con “Bang”, el Zuecca Project Space en la isla de Giudecca, y su instalación “Straight: 150 tons of crushed rebar from schools flattened in the Sichuan earthquake of 2008” hoy son muros. Los fans de Ai que lo seguimos religiosamente a través de las redes sociales tanto sus 349,000 seguidores en Twitter como los 315 mil en Instagram más los que se acumulen esta semana. Y los que convivieron con él en su visita a la Ciudad de México reciente. En redes hemos visto crecer a su hijo que primero apareció en la peli del 2012 Ai Weiwei Never Sorry con todo su subtexto político y su inquietante activismo. En Londres conmovió a los ingleses con su exhibición en el 2010 que se llevó a cabo en Turbine Hall  de la Tate South con las semillas de girasol, cada una única e irrepetible hechas en porcelana. Y con su serie de tibores de diferentes dinastías chinas recubiertos con pintura automotriz –como aquellos en la colección del museo Perez en Miami. También por sus piezas lúdicas como diseñar ganchos en vidrio soplado –que obviamente no soportan nada y otras piezas que han sido el must de Zona Maco año con año cortesía de la galería Rafaela Cortese (y siempre afortunadamente se han quedado cerca de nuestro Radar en las colecciones mexicanas más entendidas). Después del éxito de Tate South Ai Weiwei regresó al Reino Unido con el pretexto de ser nada más y nada menos que Honorary Royal Academician: “Unexpected eventualities” en el código postal de Picadilly. En la Royal Academy la exposición presentó 20 años de producción –probablemente el artista best seller de la Lisson Gallery junto con Anish Kapoor-. Con obras que datan desde 1993 la muestra documentó el regreso del artista a China después de su residencia en Nueva York y rejuvenecen el clásico recinto inglés –un bastión del arte tradicional del hemisferio occidental fue el éxito de la temporada. Y ahora, durante el otoño en Nueva York veremos nuevamente los temas favoritos del artista: la libertad, la censura, los derechos humanos et al serán materia dispuesta para la lúdica obra  de muros que siempre logra dibujar una sonrisa en los espectadores y ejerce una poderosa crítica actual. Sígueme en Instagram y en Twitter y lee todas las columnas en www.radarmicha.com

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Uber: bro culture y más!

No sé qué pasa con Uber. Por muchos lados -en vivo y a todo color- y más, más, más, en el mundo virtual de las plataformas sociales (del cual soy adicto declarado) se comparten historias de terror. Que si @Mijangos  Que si @itgirlmx Y obviamente la mía “propia”. ¿Serán  leyendas urbanas, o casos de la vida real? Hace un par de años escribí ésta loa al director -en aquella época- de la empresa para la revista @quiencom por ser uno de los seleccionados de la prestigiada lista de los “personajes que mueven a México”.  Empezaba con: ¡UBER CEO! Y me seguía como collar de perlas y destacaba las virtudes de convertirme en «mi propio jefe, con mi coche en socio Uber.» Tantas porras, desenfrenadas:  ¿habrá sido por la novedad? En aquel momento elegí que Uber fuera mejor mi conductor privado como para otros más de 700,000 usuarios en aquel entonces nuestro país, para que “los ciudadanos nos reconectemos con nuestra metrópoli”. Por esas fechas, Uber había revolucionado el transporte en el mundo y México, donde ya existían más de medio millón. Era posible acceder al servicio  en tantas ciudades como hoteles de Grupo Habita: Monterrey, México, y Guadalajara, etc. La Ciudad de México fue la primera ciudad en América Latina donde Uber inició operaciones después de una larga lucha y de una campaña de marketing que  desafiaba a los sindicatos corruptos, a obsoletas leyes de movilidad, y a privilegios todos: ¡Uber se queda! ¡Y en redes sociales nos sumamos todos para defender a capa y espada el derecho de los consumidores a escoger y ampliar los servicios y alternativas de transportación. Veía similitudes entre nuestras empresas y muchos común denominadores. A su llegada fue innegable la omnipresencia y la fuerza en la que ha expandió su negocio Uber. Se convirtió en un must de mi vida diaria y tenía religiosamente una calificación  de 4.8. Hoy, hoy, hoy en que el servicio ya no es tan innovador y se enfrenta a una ardua competencia las cosas han cambiado mucho. De ser mi start-up consentida, mi network de personal drivers me dan apenas un rating de 3.8. Obvio, me lo merezco, y no me quejo: es un hecho innegable que soy muy exigente, califico siempre el servicio y generalmente encuentro que sus estándares de servicio (que antes eran tan buenos como el mejor chofer de los BMW house cars de GRUPO HABITA) han ido en picada. O son inexistentes. Los socios cancelan con singular alegría y cada vez más frecuentemente. Me parece que son irresponsables al momento de confirmar un servicio, porque muchas veces NO están en la cercanía del usuario, pero más importante y fundamental NO conocen nuestra caótica Ciudad. El general manager de aquel entonces -que ayudó con el empoderamiento del ciudadano de a pie y lo  convirtió en empresario y jefe de su empresa- dejó ya pero en el interim reclutó a muchos improvisados. Y les hizo creer que eran la neta del planeta.  Uber  -antes paladín de la defensa de los derechos del consumidor y promotor el autoempleo- es un nuevo villano. De ciertamente transformar a México con su servicio, con su plataforma de viajes compartidos en tiempo real y su vanguardista UberEats ahora -on the record- digo: retiro lo dicho!  ¡On the record! No sé exactamente en qué momento se convirtió en una empresa tan mala. No parece que hay capacitación alguna. No hay actitud de servicio, ninguna. Los conductores (perdón “socios Uber”) creen que con comprar un coche nuevo ya la hicieron. Y no. En lo personal, tengo el problema en que mi calle tiene entrada por dos lados y nunca le atinan. Aún con la ubicación al milímetro exacto. Y nunca logran pasar por la caseta. O no llaman por teléfono para su acceso. Y generalmente, ya cuando llegan seriamente retrasados nomás no la hacen. En mayo, gracias al tercer día en que “No Circulo” por las contingencias decidí darme Uber. El primer servicio que pedí a las 7am me colgó el teléfono cuando le dije que estaba en un acceso clausurado y se tenía que “dar la vuelta”. El siguiente servicio no escuchaba las direcciones del Waze -amén del rancio olor de la unidad  mismo que era insoportable. Nos perdimos al menos 4 veces en un trayecto que no podía ser más fácil y sencillo. Siempre los traslados terminan “recalculando la tarifa original” aún cuando su disclaimer dice que “la tarifa del viaje se calculó según las tasas que se mostraron durante la reserva y otros ajustes y cargos aplicables” (sic). Lo único que se salva es su marketing virtual, que si para Mamás (y su perfil familiar). Que si para UberEATS y su intento para romper el Guinness World Record. Y sus ingeniosos hashtags.  ¿Será que mejor bajo a mi Samsung S8+ la App de Cabify?  ¿O mejor regreso a tratar con mi Sitio de Taxis más cercano? #SeAceptanSugerencias Sígueme en Twitter e Instagram en @rafaelmicha y lee todas las columnas en radarmicha.com

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#Junkie

Soy @RafaelMicha y soy adicto a las redes sociales como el CEO de mi empresa personal -preocupado de mi marca- aunque más, más, más en específico adicto a @Instagram. La culpa NO es de ninguna manera de @ValeCollado, ni de @RominaSacre, ni de @CynthiaGrajales con quienes disfruté por primera vez el rush de los posts en @Instagram. Ni de @Jimnes, ni de @high_onfashion , ni de ninguno los que me introdujeron a la plataforma social como @alfonsoparragp @nataliadavilalondono de la cual quedé prendado al instante y ahora tienen verificadas sus cuentas. Todo empezó un 3 de octubre del 2014 cuando @GinisPv me invitó a la inauguración de @PalaciodeHierro Querétaro y juntos, all of the above (más otros de cuyo nombre prefiero no acordarme) me convencieron de las bondades de @Instagram. Y lo out que estaba yo publicando en @Twitter. Lo importante sería lograr el crossover a Instagram publicando imágenes, mucho más visual y con más alcance. Fue una solicitud insólita ya que a ese momento contaba con más de cuatro mil seguidores en @Twitter (casi igual número de los actuales), y volver a empezar desde cero era una propuesta descomunal e inaudita. Pero los road trips son malos consejeros y las malas influencias peor. Al día de hoy tengo 139 semanas publicando religiosamente fotos. Casi una diaria, o más. De todo un poco: “chile, dulce y manteca”, dirían los entendidos. Que si la selfie, el retrato profesional, los eventos tipo about last night y los famosísimos throw back, de cualquier naturaleza y en un día de la semana random: TBT, TBS, TBF et al Y los esfuerzos filantrópicos personales, todos.  Mis intentos de mentoría, la promoción del arte (todas, sin excepción), mi #Radar en @rsvpexcelsior  y una suerte de amplificación de mensajes positivos sobre el turismo en México. Pero nunca letreros tipo @LenomPB  Si, abusando un poco del sentido de la ubiquidad que me permite el geotagging y que muchas veces parece que estoy en todos lados: aquí, allá, y acullá. Siempre una versión muy cuidadosamente editada de mi vida. Sin lado B. No soy un “personaje público” como se definen tantos usuarios de todas las latitudes y he aprendido sobre los horarios, la frecuencia, y el número de publicaciones. También sobre la ‘reciprocidad’ en el follow y en los likes. Todavía no subo ninguna “historia” pero haciendo un balance el resultado es más que positivo.  Likes y mensajes positivos siempre: ni bots ni haters.  Descubrí las delicias de subir fotos en domingo en la noche: horario estelar y con amplitud de audiencia y preferencias. Evito algunas publicaciones gratuitas: publicidad abierta (salvo a los hoteles de @GrupoHABITA y a la marca @visitMéxico). También trato de evitar aprovechar la foto con la fama gratuita. Poses con celebrities. Y a toda costa salvaguardar la confidencialidad de nuestros huéspedes y la integridad propia. Tampoco me gustan las fotos de hijos y prole y con tanto so called “influencer” que sigo (para comprobar si incluyen el contenido al que se comprometen y prometen) mi TL es un poco más de lo mismo: que si “bloggeros”, revistas, celebridades, agencias de relaciones públicas, y auto promotores todos. Líderes de opinión.  (sic)  Y toda la PUBLICIDAD que se cuela. O que no se anuncia como tal, como patrocinios, y pretende ser contenido “orgánico”. Gracias mil por el nutrido feedback que me alimenta el ego y me da un levantón de vez en vez. Instagram es un placer culposo pero más correctamente, mucho más que una adicción desenfrenada que, por tratarse de algo que hace tantísima gente out in the open no está tan mal vista. ¿Verdad? Me amanezco -literalmente- varias mañanas antes de las seis de la mañana para ver cuántos “me gusta” tengo y muy seguido (más veces de las que quisiera reconocer) veo mi @SamsungMexico 8+ para revisar si hay alguno nuevo. Y volver a hacerlo. Y de quién, obviamente. Poco me importan las publicaciones de los demás y sólo me obsesiona el número de seguidores nuevos, de likes y el ranking donde me encuentro entre mis conocidos. Mis días no son iguales sin @Instagram. Sin duda «@Instagram is the new sexy«, tóxico pero sin duda un must. He estado  literalmente pegado al ícono. Pensando y planeando mis publicaciones. Anuncios, coberturas, @get_RePost, mis columnas, y más más más. Sólo me falta subir fotos del gym instalado en #sexyboy y con mis dos consens. Pero ni la una, ni la otra me traerá más likes o más seguidores. Y menos de los ansiados millenials. Traté de llevar religiosamente a cabo los 5 pasos: anger, denial, depression, bargaining, and acceptance. Pero no ha cambiado nada, soy un adicto y lo reconozco. Y mi obsesión/adicción a @Instagram  (¡ay de mí!) tiene mucho que ver con mi nivel de popularidad. O el rating personal. Obvio, la adicción es tema de conversación constante, lo reconozco públicamente y en privado y entre amistades y competidores comparamos el tamaño de la audiencia, la calidad, si estamos on brand y el engagement de los followers. Lo que sí es un hecho es que pondré una formal queja para que habiliten las funciones de seguir instantáneamente a los seguidores de @Facebook (que cada vez me da más hueva) y todos los de mi celular -en general -porque cuando la utilizo siempre me sale el mismo mensaje: No pudimos completar tu solicitad: vuelva a intentarlo en unos minutos.  24/7 estoy en Instagram. Y con la vista hacia abajo. Y he roto la regla de ningún aparato electrónico en la mesa a la hora de la comida, ni durante la convivencia en familia. Creo que esta nueva adicción me pone en una mejor‎ categoría que mi última confesión aquí y en el extinto esoquenosgusta.com cuando acepté ser ADICTO a la TV y a los servicios de streaming y de Roku. So five minutes ago! Pasé de @Snapchat y no me arrepiento y más ahora que el valor desde su colocación en bolsa se ha visto tan menguado y las historias pueden ser publicadas across the board. Mi obsesión adicción me llevo a contratar los servicios de una asesoría que concluyó que tenía que ser más cercano a mis seguidores,  más accesible, menos pedante pero principalmente tenía que usar más hashtags y más cortos y no ingeniosos como copy de revista (de los que estaba tan pero tan orgulloso).  Asimismo que seguía a demasiadas personas y urgía depurar mi lista de seguidos. Y además debía hacer uso de emoticons. ¿Es broma?  A mi edad. Y publicar más y divertirme. Soltarme. Y usar una app que me diga exactamente cuándo postear. Justo en ese momento cuando me dí cuenta que lo publicado en redes sociales es ON THE RECORD y estaba a punto de firmar por sus servicios (con sangre) me percaté de mi adicción y me resistí. Pero no puedo más. #SOS  Disclaimer: Estoy harto de la publicidad que no se anuncia como tal (hasta anuncios existen como el de JELPMEMEXICO), y de los fake likes por parte de cuentas privadas sin seguidores, como los que se venden y se anuncian en Instagram en DDMonter – Auto Likes.  La página anuncia 100 auto likes por apenas $2.99 por semana y ofrece BECOME FAMOUS (sic) NOW. Es el colmo que alguien podría contratar auto like boy for Instagram, pero señas vemos, corazones no sabemos. Odio a los seguidores comprados a través de servicios como @SocialEnvy que ofrece abiertamente como publicidad en @Instagram; ¿quieres tener un ejército de seguidores reales y activos en Instagram? Y me encantaría saber cómo corregir y cómo bajar/eliminar publicaciones #PorSiOcupa. Come frutas y verduras. Sígueme en @rafaelmicha obviamente en @Instagram y también en @Twitter.

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