Soy un firme defensor de todas y cada una de las conquistas laborales que se han logrado en nuestro país en su atormentada historia al respecto. Y las apoyo al cien por cien. Los derechos que se consagran en el artículo 123° de nuestra Constitución -y las leyes específicas- son importantísimos aun cuando últimamente he visto como –en el ambiente de trabajo actual- la gente renuncia peor que un ‘chacha’ -y lo digo así despectiva y peyorativamente porque ni las servidoras domésticas (que son la alegría del hogar) hacen eso: por correo electrónico. Después de una semana de trabajo, una supuestamente ‘profesional’ dejó botado el changarro. ¡Así nomás! Después de una semana de capacitación y atención esmerada. Y en la consecuente búsqueda de recursos humanos posterior ha resultado ser como la de un tesoro. Los candidatos y postulantes no se presentan a las entrevistas o llegan tarde. ‘Namás’ no quieren trabajar. O quieren mi chamba. Urge la ayuda en las entrevistas del “Tiburón Debayle” para que encuentre la aguja en el pajar. Uno de los grandes orgullos de los últimos años en GRUPO HABITA ha sido convertirnos en mentores de los más ‘importantes’ profesionales de la industria de la restauración y la hospitalidad en nuestro país. Los más reconocidos chefs de México se fogearon –literalmente- en las cocinas de nuestros hoteles. También hay una larga lista de gerentes generales que hicieron lo propio. De PiArs, idem. Equipos de ventas, etc. Y ni qué decir de meseros, y otros vitales miembros del equipo de alimentos y bebidas y porteros. Y de ama de llaves y mantenimiento. La rotación en nuestra industria es altísima en todos los niveles. Así, casi religiosamente una vez al mes, atiendo un citatorio en la junta local de conciliación y arbitraje por ‘despidos’ injustificados o sólo motivados por la ambición descomunal de los bufetes de abogados que acechan a las personas. Llego puntualmente con mi identificación oficial vigente en original y copia. Asisto atento a los confesionales de personas cuyo nombre nunca recuerdo (no por descuido, pero es que no tengo ninguna responsabilidad en ese ámbito dentro de la empresa). La nueva novedad es que nada cambia. Asistir ante la Junta Especial aquí, allá y acullá es como descender a la espiral descrita por Dante en La Divina Comedia. Obvio, hay que llegar antes de la cita a la Junta debido a que el registro de visitantes es tortuoso y se encuentra en la entrada de la misma e incluye hasta foto. Como en el INE. Una vez logrado el acceso hay que encontrarse con el abogado del lado derecho donde se encuentran los torniquetes o a veces en las mismas escaleras de acceso. Pero previamente hay que haber sobrevivido el trayecto en la calle para llegar allí que el es “pior” todavía. En lo que bien podría ser el octavo círculo del infierno se encuentra la llegada al inmueble porque hay que sortear un tránsito descomunal, y los innumerables obstáculos de los vendedores ambulantes. Hay de todo: desde fayuca de hartos tipos como artículos de oficina hasta comida con sus olores característicos. Hasta un centro de copiado existe, en plena calle, que sería la envidia de un moderno y suburbano Office Depot. El noveno círculo del infierno empieza al presentarse en la ventanilla del confesional. En la Junta respectiva. La estenógrafa empieza el desahogo. El auxiliar recita el apercibimiento -una palabra dominguera que es casi como una advertencia. A veces no se aceptan las preguntas y extensos folios por “incidiosas”. Se acerca la “conciliadora” para preguntar si hay acuerdo o al menos una propuesta de conciliación o arreglo. De pie, el tiempo pasa y pasa. Y parece que se detiene por todo, especialmente la improductividad que es característica. Tanto tiempo pierden all of the above saludando, dándose los buenos días, interrumpiendo el procedimiento, caminando de un lado al otro para buscar archivos de proporciones dantescas, haciendo los intervalos interminables entre procesos y procedimientos verdaderamente draconianos. Urge que alguien les dé una manita para mejorar sus esquemas de gestión, y que entonces sí se consigan los resultados provistos por la ley en defensa del trabajador. Y, ¿porqué no?, también para el empleador. Sígueme en Instagram y Twitter en @rafaelmicha y lee todas las columnas en http://www.radarmicha.com