A últimas fechas lo que más se me ha antojado de Amazon -además de las publicaciones mensuales en print todas del otro lado del Río Bravo- es Sex and Vanity del autor de Crazy Rich Asians. Es lo que leímos y vimos en la peli de Asia, o de los bcbg como les dicen en Francia a la ‘gente bien’. En EEUU, materia del libro de Kevin Kwan, son personajes como Renée y Cecil, Danielle o Consuelo –los protagonistas op cit. Aquí en este Radar son todos los de siempre, #detodalavida y también los herederos de la “familia revolucionaria”. De cariño les llamo los Corcuera y Limantour. Son amantes de México y de mucha alcurnia con sus ranchos y ex haciendas que combinan y visten sus prenda nunca nuevas con su de ADN Paris, de Londres o de Milán –donde muchos han vivido algunos años conviviendo con la sofisticada sociedad europea o anglosajona. Sus vidas son como una travesía por el mundo mundial internacional PERO con escalas técnicas en nuestro #radar. Los que tienen la vacuna de la “afluencia” a últimas fechas -y han estado del tingo al tango y han dado color sin pena ni gloria en su Insta. Viajes, reuniones, celebraciones –todas. Vacaciones: ¡OBVIO! Son los de la sociedad “desplazada” de la que escribe Carlos Tello (otro juez y parte) y describe a la perfección en su libro El exilio: un relato de familia (1993) que trata del viaje de los mexicanos que fruta vendían a Europa a principio del siglo veinte. Los del club «noblesse oblige» como rezaba el antiguo anuncio de televisión de Don Pedro, ideado por publicidad Ferrer que pasaron la “centena y media” en “provincia” con sus propios. Los del Ypiranga y su cercana amistad y colaboración con Porfirio Díaz que por causas de fuerza mayor se embarcaron en ese vapor como burguesía de esas fechas desde el Puerto de Veracruz aquel 31 de mayo de 1911 al exilio en París. Petit comité aquí, allá, y acullá son parte de los 300 y algunos más que describió el Duque de Otranto o la nueva meritocracia compuesta por empresarios, políticos y emprendedores que se mofa de los recientes escándalos de corrupción, la “pandemia” o el ascenso de los nouveaux riches a ambos lados del Río Grande . Los de los dobles apellidos acá o los que desembarcaron en el Mayflower por allá. Nada tienen que ver con los pastiches de alter ego y copycats aspiracionales de las redes sociales o los clientes asiduos de las marcas de lujo y los logos. Están instaladísimos en el siglo XXI y comprometidos con su tiempo y su realidad, pero un poco con el reloj en la melancolía y nostalgia tipo Downton Abbey. A veces se debaten entre el c’est la vie, y el comme il faut. Entre ellos son como un “Who is who?” e identifican perfectamente al “hijo de quién” o “los que vivían en la antigua casa de San Angel”. Deambulan por el mundo, tipo gitanos de la nueva clase del gypset que lo mismo los lleva a Careyes, que a los destinos internacionales, y por supuesto a los mejores planes. De Nueva York a las capitales de Europa, a Beirut ahora tan sacudido, de Istambul a la India con el menor pretexto. De Ibiza a La Habana con escala técnica en Republica Dominicana y Cartagena con todo su aprendizaje, su obvia apreciación del arte (ya hasta el más propositivo y vanguardista) y el savoir faire con visitas a sus parientes lejanos y sus convivios y cenas siempre con “gente como uno”. ¿Sounds familiar? Sígueme en @rafaelmicha en Twitter e Instagram y lee todas las columnas en radarmicha.com