“Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow”

by William Shakespeare, spoken by Macbeth

Así el mantra de cuándo acaba el encierro y aquel que esté libre de culpa, tire la primera piedra,  pero es sin lugar a dudas también la premisa que apremia en el trabajo remoto, las noticias, la “normalidad” y las publicaciones en Instagram –que últimamente están del nabo. El 99.9% de los que allí publican (y/o sigo) no han entendido nada de nada. A quién le interesa (o importan) fotos con las últimas colecciones de moda, incomprables -ahora aún más. O poner en evidencia su propia falta de sintonía (o mejor descrita como out of sync/out of touch.) All of the above después de revisar ad nausaum todas las plataformas de redes sociales, todas en una actividad que allende del río Bravo llaman “doomscrolling” o “doomsurfing”, oséase buscar noticias negativas de manera obsesiva. Desde el privilegio que nos otorga la cuarentena (tengo trabajo,  salud, compañía, comida, casa, sustento y, me puedo concentrar – a veces), el cuadro negro -que nada tiene que ver con la vanguardia y el suprematismo de Kazimir Malévich y su Black Square, 1915 y resulta ser irrelevante en la realidad que vivimos en nuestro país. O la publicación pseudo-política de cultura, los ires y venires (desaguisados todos) del gobierno, la (des)afortunada apropiación de fondos públicos de fideicomisos todos, incluidas las afores y el recorte del 75% de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (que finalmente consiguió revertirlo consiguiendo un incremento presupuestal), et al Los influencers en la era digital que vivimos debieron ser los líderes para manejar las expectativas sociales. Básicamente, debieron decirnos por qué o por cuáles causas bien vale la pena preocuparnos, y por qué exactamente. En cambio pasaron a ignorar un inmenso problema de justicia social que recientemente se ha convertido en el foco colectivo de atención en el país vecino del Norte y en nuestro radar demuestran que eso no es lo que realmente preocupa. El interrogante es por qué acaso los seguimos en las redes sociales y si realmente importan. Además, la vuelta por allí está repleta de publicidad -en mi celular siempre (más no en mi lap top). ¿Acaso estarán cumpliendo esas “figuras públicas” con la máxima de “enough likes from the right likes”? Conste que es pregunta. Lo único propositivo a últimas fechas es la herramienta de cómo comprar en Google y la función en fotos para conocer marcas exactas o similares. La tendencia de las revistas impresas no es mucho mejor: sólo por cambiar su obsoleto contenido a un Insta Live no quiere decir nada. Probablemente la inmediatez, pero siguen con sus contenidos editoriales con base en la reciprocidad con sus anunciantes, con sus coberturas quid pro quo resultado de compra de publicidad,  y envíos todos. Se salva a últimas fechas Vogue Italia, que en abril ya había logrado un hito con su portada totalmente blanca y con «nada que publicar» y ahora la más reciente hecha por niños. Anna Wintour se disculpa, porque no puede hacer nada en torno a la situación, y su trabajo pende de un hilo (hasta ser desmentido el rumor por parte del CEO Roger Lynch) por #blacklivesmatter (y la plétora de #hashtags #f*ckracism #f*ckhatred #f*ckignorance #f*ckpolicebrutality #f*ckinjustice) y la falta de inclusión de Vogue USA. Personalmente, llevo desde el 17 de marzo en cuarentena, son casi tres meses y estoy seguro que soy el único pendejo en su casa. Dos de mis vecinos hicieron sendas fiestas el pasado fin de semana, una para más de 15 adolescentes “al aire libre” (en el estacionamiento) y otra en la terraza “al fresco”. Allá ellos, aquí sigo, y confieso que no me preocupa convertirme en “vecinos distantes” y que desde hace tiempo en que disfruto de los beneficios de la oficina remota, soy productivo y AMO estar aquí.  He tenido tiempo hasta para hacer mi primer Playlist en Spotify, me he distraído con sendas sesiones de fotos a distancia, y en mi masoquismo hasta disfruto del encierro (y me preocupa la situación personal que a veces tanto me encanta). Trabajo, pienso y estoy atrapado en un ciclo tremendo ansiedad/depresión/enojo/miedo/inseguridad aderezado de éxtasis, asco, y todos los op cit Justo como me imagino sería estar medicado. Ya cociné en modo diy,  comí,  reí,  trabaje por zoom. ¿Pero, cuándo es cuándo? La crisis sanitaria continua, ahora marcada por la división y la polaridad en «la transición a una nueva normalidad » que parece ser no llegará nunca únicamente enmarcada por la luz de un semáforo -como los colores políticos de México y apenas el anuncio otra vez contradictorio de que siempre no. El gobierno que no acaba de entender lo esencial: ni el turismo para el local que recientemente quitó 176 millones de pesos al Fondo Mixto de Promoción Turística, ni el federal para el cual  representa el 8.7% del PIB y es generador de 11 millones de empleos directos e indirectos. Ni qué decir sobre la importancia de la cultura. PS Aquí cada viernes lo que sí importa y no dejes de seguirme en Instagram obviamente para que veas todo lo que sucede (cada vez más poco y retacado de #tb y retratos a distancia), y leerme en Twitter ambos @rafaelmicha y revisar nuevamente todas las más de 305 entregas en la web en radarmicha.com y cada quince días en El Mundo de Regina.

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