Agua de las verdes matas

Antes todo el mundo quería ser PiAr. Luego DJ. Ahora la moda se debate entre embotellar un mezcal o crear un servicio de “concierge” para compras. Maso. Lala Noguera -más allá de las modas y de los vaivenes de los hip y trendy- se dedica al “activismo cultural” sobre el agave y sus derivados. Es una Maestra ‘tlachiquera’, una especialista -con título y todo- muy distante a la reciente moda de buscar un mezcal, bautizarlo y lanzarlo al mercado con una modesta campaña de marketing. Laura ama la tierra y es experta sobre el maguey. Se enfoca en el consumo responsable de los mezcales, ayuda a mantener ‘viva’ una tradición de años, y apoya a la sustentabilidad de las comunidades productoras al fortalecer el comercio justo y así evitar la incorporación de esquemas industriales en la elaboración del mezcal. Así, sencillito. Cuenta la leyenda que esta bebida nació cuando al caer un rayo sobre el corazón del maguey se gestó la primera quema con la que se obtuvo la exquisita bebida. Como una tradición milenaria, el mezcal se prepara en más de ‎26 estados de la República, desde Durango a Yucatán. El mezcal, merece respeto y existen muchos muy buenos, como el Pierde Almas o el Mano Negra. Muchos, especialmente los que defienden los procesos de producción tradicionales, permiten tener y experimentar otros “estados de conciencia” muy lejanos a la juvenil borrachera o el “tipsy” hispter. En lugares como Atlacomulco no se usa ningún tipo de producto químico y así se predica la sustentabilidad y se enfatiza en la parte orgánica del mezcal. Se usa tan sólo maguey silvestre -casi siempre- y el proceso es cultural principalmente. Para Lala, el mezcal además cumple con una función social pues en las comunidades de origen es parte primordial de las fiestas “familiares y patronales, cívicas y funerarias” así como acompaña y marida con la gastronomía local. Pero no todo es TAN serio. Cómo dice el dicho “si no hay remedio….litro y medio” pero de mezcal. Y, “ni mucho, ni poco, nomás tantito mezcal”. Hay tantos adagios y refranes en la cultura popular de nuestro país que sería ocioso repetirlos. Pero hay muchos, como diferentes mezcales. Desde un mezcal de Chilapa, Guerrero “chipriata”‎ con su toque de pulque, hasta un “Salmiana” de San Luis Potosí. Desde el espadilla hasta el elaborado con papalote. El gusto se rompe en géneros. Natalia Gil –por ejemplo- descubrió el mezcal y además de empezar una historia de amor, le aderezó un componente de comercio justo y un tinte ‘feminista’ al concebir su Doña Natalia. Así convirtió al “mezcal que ha sido leyenda desde hace más de un siglo”. Es “fuerza, fé y honor”. Sus magueyes cenizos le dan un toque peculiar que se acompaña de leña de mezquite. Hay otros mezcales artesanales y sería difícil hacer un recuento de todos: el 666, el Sacrificio, Los Danzantes o Almamezcalera. Roberto Slim se apunta a las huestes del mezcal, con “La Bendición” mezcal que cocinó desde hace algunos años y enfatiza el sabor, apunta su calidad artesanal, y en resumidas cuentas con “LA BENDICIÓN”. Amén. En el Altiplano Potosino existen rutas de mezcal por el Camino Real, por San Luis, y por Zacatecas. Obviamente en Oaxaca también, desde Teotitlán del Valle con su curado bajo la tutela de las Hermanas Mendoza en su Tlamanalli hasta Tlacochahuaya. Marida bien con mole –de Puebla y de Oaxaca, pero también con las delicias de Casa Virginia aquí más cerca de nuestro RADAR. ¡Salud! Sígueme en Twitter @rafaelmicha

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