Hoy se llama “responsabilidad social” pero antes de saber lo que era eso exactamente y que Grupo Habita tuviera una intención corporativa como tal, escribí muy convencido mi primer cheque en $ constante y sonante a Curare: espacio crítico para las artes. No fue con base en un intercambio, ni pro bono, ni nada de nada. Fue un cheque de cuando se extendían y firmaban documentos al portador. La “oficina curatorial” de Olivier Debroise -que además publicaba una revista recibió en mi primer donativo. La asociación sin fines de lucro de los años noventa ¿te acuerdas Dan Epelstein? se dedicaba a la investigación y difusión, así como al apoyo de artistas y críticos de arte contemporáneo y el desarrollo de un grupo de especialistas de éste lado de la frontera. Por allí andaba tu hermana Rina (que supervisaba las finanzas) y ahí inicié una amistad con James Oles que conservo hasta hoy. Y uno que otro despistado más bancábamos la labor de “todología” y hasta la impresión la publicación que en algún momento lució en su portada “Represión” de Diego Rivera -justo para hablar de la importancia de los “otros”. Reflexionaba y abordaba temas como el arte de Ana Mendieta, discursos provocadores y generaba polémica siempre. Más recuerdo las sugerencias y enseñanzas de Debroise y más me arrepiento de no haber seguido sus consejos sobre coleccionismo -después de casi una vida dedicada alrededor del arte contemporáneo. Y sus discusiones en torno al feminismo, las minorías, las vanguardias y más, más, más. El segundo donativo en efectivo fue para Aprendiendo a través del Arte -un programa del Guggenheim Museum que apoyaba la enseñanza de arte en las escuelas y tropicalizó aquí -en nuestro código postal- mi consen Gabriela Serna. Otra vez, cash on the table. Y empezó así –sin querer ni temer- mi vocación por ayudar. De aprender «filantropía» y hacer beneficencia y organizar cruzadas de obtención de fondos casi el 99 % de mi tiempo profesional. Fast forward 30 años después hasta escribo una columna trimestral desde el otoño de 2016 en la revista OCEAN BLUE WORLD titulada Make it Happen sobre responsabilidad social. Pero más importante, colaboro de tiempo completo con los patronatos más importantes de instituciones culturales de México como Tesorero de la Sala de Arte Siqueiros (SAPS) y la Fundación Olga y Rufino Tamayo (FORT) en su oportunidad, así como de organizaciones civiles como vicepresidente de Niños en Alegría (NEA) y miembro del patronato de Duerme Tranquilo. En 2018 colaboro en el Patronato del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez. Además soy miembro del Patronato de la Fundación Conmemoraciones que se dedica a restaurar inmuebles históricos como la Casa Rivas Mercado cuya labor documenta el libro “La Casa Rivas Mercado: una historia detrás de la historia” de Ana Lilia Cepeda. Labor comprometida asimismo con el Fondo Xilitla (FX), y otros. Así que llegué casi en solitario al objetivo que menciona MONOCLE en su ejemplar The ENTREPRENEURS issue 03 – 2020 bajo el título de “Get a culture fix” al describir Grupo HABITA que se ha concentrado en dos décadas a cumplir una agenda cultural, especialmente con su vecino Casa Wabi y recientemente con la iniciativa @museosunoenuno del artista contemporáneo Mario García Torres, entre otras como residencias, patrocinios et al La trayectoria personal y de Grupo HABITA nos han permitido laborar bajo los principios de una empresa ESG “environmental, social and corporate governance” a la vanguardia de la industria de la hospitalidad aquí, allá y acullá. All of the above es por amor a México y no como una bandera “cool o hip”. Ha sido nuestra mejor manera de agradecer y más hoy en que se enciende la segunda vela de Janucá –la fiesta de las luces y se celebra ese milagro. PS no dejes de seguirme en Instagram para que veas todo lo que sucede y leerme en Twitter ambos @rafaelmicha y lee todas las columnas en la web en http://www.radarmicha.com