En 1987 visité la ahora desaparecida Unión Soviética. Antes del glasnost y la perestroika. Se empezaban a gestar dichos movimientos en ese mismo momento y, luego entonces, acompañado de un grupo de estudiosos de las relaciones internacionales -con base en Londres- decidimos ir a Novgorod y Leningrado. Hoy, San Petersburgo es la nueva “onda” de Rusia y Novgorod más, ciudad que por líneas limítrofes está localizada cerca en Ucrania. Lo que sí es un hecho que el mundo de mi vida pasada existe sólo ahora en mi imaginación. Por eso al recibir un email de Tablet Hotels se me antojó volver. El asunto del correo rezaba: The Party Line, the fall of the Soviet Union by train. ¿Podría existir algo más divertido y nostálgico que viajar y viajar en el tiempo sin necesidad de una máquina de idem? El trayecto por el tren transiberiano (con o sin caviar y vodka todo incluído) re-visitando el hermoso Hermitage y su pléyade de obras de arte, y el Kremlin en un momento en que hasta Trump es mega fan no podía ser más atractivo. Obvio, la aventura se concretó cuando recibí una invitación de la Embajada de Rusia en México para celebrar el 8 de junio el Día Nacional de Rusia. ¡No existen las coincidencias! El Embajador Eduard Malayán -a quien conocí con su esposa en una celebración navideña en casa de mi consen Silvia Rojo- nos convocó para compartir y festejar en la mansión que ocupa la Residencia y la Embajada -Посольство России в Мексике- una bellísima casona finisecular en Av. José Vasconcelos en la colonia Hipódromo que antes fuera de la mismísima Condesa, la que habitó en el primer cuadro en lo que ahora es Downtown México de Grupo HABITA. Y por si necesitara más convencimiento allí estaban los partidos de la Selección Nacional en la Copa Confederaciones Rusia 2017 que fue la mejor excusa. Así que empacamos: y a Moscú y Kazán fuimos a dar con los “mexicanos que fruta vendían” cortesia de Aeroflot. En el entourage de los que han puesto tan alto el nombre de México: Grupo Modelo con Corona y armados con “Mexico is the Shit” de Anuar Layon, artículo que seguramente se convertirá en el uniforme de todos los aficionados para la copa del mundo de aquí, allá y acullá con sangre tricolor en sus venas se puede conseguir en el portal http://www.mercadorama.com.mx ¿Cuál fue mi sorpresa inmesa cuándo además de nosotros, más de 5 aficionados en el petit comité de asistentes en la Arena de Kazán portaban orgullosos la chamarra? Y varios jugadores de @miselecciónmx Todo ante el asombro y festejo de los demás 35,000 asistentes en el primer partido vs. Portugal. Pero volviendo al principio: primera escala Moscú. Y un tour “de pisa y corre”: del aeropuerto Internacional de Moscú–Sheremetyevo (SVO) en tren hasta la estación de Bratislava y de allí viajar en metro de Moscú para descubrir sus espectaculares estaciones -dignas de museo- y perderse con sus más de 9 millones de viajeros diarios. Los planes originales del Metro son de 1902 y fueron retomados en 1912 aunque los trabajos empezaron hasta después del fin de la Primera Guerra Mundial, y la primera línea se inauguró hasta 1935. Sólo vimos apenas 3 estaciones de las 44 que han sido designadas como patrimonio o de interés cultural como la icónica estación Mayakovskaya y sus mosaicos bizantinos tan emblemáticos con realismo soviético que hasta el mismísimo Diego Rivera seguramente envidió en su época. Obvio en tierra, de Moscú visitamos la Plaza Roja, el Kremlin, la Catedral de San Basilio, el Mausoleo de Lenin, el edificio del museo histórico, las galerías de GUM y el Templo de Jesucristo El Salvador. Apenas con tiempo contado para la foto y la explicación experta de Johnathan y bajo un cielo más azul que los de la otrora “región más transparente”. Desafiando el límite de tiempo, el gentío, y el jet lag. No más de 3 horas apenas, con tiempo exacto para la ida y vuelta como esos tours que organizan para quinceañeras y que anuncian “quince capitales de Europa en 9 días”. Y de allí rumbo a Kazán. Y a la fiesta. Al día siguiente entre el Cielito Lindo, cánticos misóginos de “Si nos organizamos…” y gritos homofóbicos prohibidos por la FIFA so pena de sanción coreamos los 4 goles con un empate que supo a victoria. Nos salvamos de la multa de 15 mil rublos, la perdida de nuestra visa Fan ID, y del veto de las autoridades para asistir a otros partidos como causa de “all of the above”. La afición desde ese primer encuentro ha sido mucho más respetuosa tanto en Sochi en el día de San Juan -con todo y sus celebraciones paganas- para evitar penalización y con la Corona del partido vs. Nueva Zelanda regresamos nuevamente a Kazán. Y volvimos a Sochi para la derrota vs. Alemania. Sin gritos, con todo y que Rusia es nada tolerante con los derechos humanos pero con los mexicanos se ejerció el castigo y el escarnio público contra nuestra afición. En Rusia, sobrevivimos el solsticio de verano, el día más largo del año y su respectiva noche de fiesta más corta. Nos asombramos con el sol de medianoche y echamos guerra como vikingos dignos de la celebración de la luz. Lo demás es historia. Nos vemos en el Mundial. Disclaimer: para el 2018 les urge señalización en algo más que cirílico en las otras sedes que no sean la capital. Mejor comida. Hablar inglés. Y una policía de más bajo perfil. Por lo demás: Nasdrovia. Nosotros -en lugar de corear gritos prohibidos- lo traeremos impreso en las camisetas como sucedió en el partido vs. Rusia y dio cuenta Instagram o seremos más creativos para apoyar a M-E-X-I-C-O. Sígueme en Twitter e Instagram en @rafaelmicha y lee todas las columnas en radarmicha.com