Con la omniprescencia de Ai Weiwei -cuyo nombre escuché por primera vez de mi consen Abaseh- se vuelve a poner de moda en el segundo semestre del año el tema de los muros en EEUU después de su falta de asignación de presupuesto y casi ‘cancelación’. Obvio, no el tan cacareado y amenazado muro del presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump, entre nuestras naciones. No el Muro de los Lamentos, donde justamente fue a orar el líder del mundo libre -de entrada por salida- en su visita a Israel en mayo pasado. Tampoco, de “moda” el muro que me propinaron mis inconscientes vecinos pared con pared –literalmente- de más de 10 metros de altura. Indignante. Innecesario. Porque la colindancia no obstruye. So uncivilised y carente de un mensaje de ‘buena vecindad’. Es el muro que se yergue amenazante ADEMÁS de otro muro en mi terraza, pero más, más, más, insifribles los más de cuatro años de obra desconsiderada y descomunal que quedan para la posteridad. El ecocidio de una empresa voraz, ‘desarrollador inmobiliario’ Terraforma: el constructor/destructor. El abuso intransigente. Pero esa es otra historia llena de desaciertos del “arquitecto”, de una constructora que trabaja sin horarios, ni fecha en el calendario, ni respeto y con la complacencia y contubernio de la autoridad local. En fin. Pero regresado a Ai para seguir alimentando su controvertida imagen pública el artista chino que saltó a la fama gracias al “Estudio de Perspectiva 1995” -un ‘bird finger’ desde la plaza de Tiananmen que dio la vuelta al mundo instantáneamente en una época en que Instagram ni Twitter existían todavía. Ahora el Sr. Ai exhibirá a partir del 12 de octubre “Fences Make Good Neighbors.” ¿Me estás leyendo, inútil op. cit.? La organización Public Art Fund para celebrar su 40° aniversario ha comisionado 10 proyectos que tienen que ver con los muros, las bayas, y serán exhibidos in situ por todo Nueva York. ¡Qué ansiedad para comparar y enseñarles a mis vecinos! Parece que fue ayer cuando visitamos en la bienal de Venecia 2013 sus 4 exposiciones diferentes, en distintos lugares. Desde los dioramas de su excarcelamiento / arresto domiciliario, el pabellón de Alemania dentro del Arsenale con “Bang”, el Zuecca Project Space en la isla de Giudecca, y su instalación “Straight: 150 tons of crushed rebar from schools flattened in the Sichuan earthquake of 2008” hoy son muros. Los fans de Ai que lo seguimos religiosamente a través de las redes sociales tanto sus 349,000 seguidores en Twitter como los 315 mil en Instagram más los que se acumulen esta semana. Y los que convivieron con él en su visita a la Ciudad de México reciente. En redes hemos visto crecer a su hijo que primero apareció en la peli del 2012 Ai Weiwei Never Sorry con todo su subtexto político y su inquietante activismo. En Londres conmovió a los ingleses con su exhibición en el 2010 que se llevó a cabo en Turbine Hall de la Tate South con las semillas de girasol, cada una única e irrepetible hechas en porcelana. Y con su serie de tibores de diferentes dinastías chinas recubiertos con pintura automotriz –como aquellos en la colección del museo Perez en Miami. También por sus piezas lúdicas como diseñar ganchos en vidrio soplado –que obviamente no soportan nada y otras piezas que han sido el must de Zona Maco año con año cortesía de la galería Rafaela Cortese (y siempre afortunadamente se han quedado cerca de nuestro Radar en las colecciones mexicanas más entendidas). Después del éxito de Tate South Ai Weiwei regresó al Reino Unido con el pretexto de ser nada más y nada menos que Honorary Royal Academician: “Unexpected eventualities” en el código postal de Picadilly. En la Royal Academy la exposición presentó 20 años de producción –probablemente el artista best seller de la Lisson Gallery junto con Anish Kapoor-. Con obras que datan desde 1993 la muestra documentó el regreso del artista a China después de su residencia en Nueva York y rejuvenecen el clásico recinto inglés –un bastión del arte tradicional del hemisferio occidental fue el éxito de la temporada. Y ahora, durante el otoño en Nueva York veremos nuevamente los temas favoritos del artista: la libertad, la censura, los derechos humanos et al serán materia dispuesta para la lúdica obra de muros que siempre logra dibujar una sonrisa en los espectadores y ejerce una poderosa crítica actual. Sígueme en Instagram y en Twitter y lee todas las columnas en www.radarmicha.com