Con el clima estival ni ganas de ver hacia el cielo, ni salir, ni nada de nada. Lluvia y más lluvia -casi siempre acompañada de truenos y relámpagos dignos para entonar “the thunder song” de la peli TED primera parte. Y granizo también -de cuándo en cuándo. Lo que es innegable es la férrea competencia que se ha desencadenado en los cielos del Paseo de la Reforma entre los nuevos rascacielos que se levantan sobre la avenida más importante de nuestro Radar. De entrada un perdedor es claro: la Torre Mayor por casi diez años la estructura más alta de nuestro país y de toda Latinoamérica perderá ese honor ante su vecina, casi colindante Torre Reforma que se inaugura a fin de año. Con una altura de 244 metros aproximadamente, la nueva edificación sobrepasa por algunos pisos más, presumiendo sus angulares contornos y voluminosos prismas a mi placer culposo –el Piso 51. Desde mi regadera a diario veo cautelosamente cómo se yergue orgullosa la nueva estructura, que será un edificio pre-certificado nivel platino Leed Project por la afamada US Green Building Council. Casi enfrente, el corporativo BBVA Bancomer y sus 234 metros de altura cierra la troica de los más altos edificios del DeFectuoso. De formas menos caprichosas pero con el característico color obispo en sus ventanas (que originalmente presume La Purificadora hotel en Puebla desde 2007) ambos de Legorreta + Legorreta quienes fueron convencidos por Richard Rogers para usar ese color para decorar las ventanas. La torre, diseñada por Legorogers es un triunfo de la ingeniería mundial, digno ejemplo de cualquier capital cosmopolita. No es el One Trade Center, el edificio más alto del hemisferio occidental mejor cnocido como Freedom Tower pero no canta nada mal las rancheras. Aquí las escaleras de caracol intersectan la altura de la estructura como tornillos y un redondo helipuerto corona su diseño. Las dos torres –así como título de la movi de Peter Jackson han eclipsado el monumento más importante del sexenio de Felipe Calderón de cuyo nombre no quiero ni acordarme. Y ni quién recuerde al arquitecto. Sólo el desafortunado evento. Apenas se percibe como un apóstrofe en el firmamento. Y feo. Sin ton ni son. De destacarse para la construcción de la Torre Reforma resulta la proeza de ingeniería de mover completa la edificación finisecular dentro de su terreno. Con la asesoría y supervisión de DITEC Diseño Integral y Tecnología Aplicada se logró exitosamente el movimiento de la casa catalogada y protegida. El edificio gótico otrora domicilio del antro Divino y después el Living se salvó y mereció estremecer “en sus centros la tierra” para garantizar su permanencia en el Paseo de la Reforma. La calle colindante sigue cerrada, pero es una mínima contingencia durante la construcción y el nuevo diseño del skyline chilango. Lee todas las columnas aquí en http://www.radarmicha.com y sígueme en Instagram @rafaelmicha y en Twitter @rafaelmicha