De esa tierra colorada viene todo: desde la sangre derramada de los zapatistas y de los miembros del ejército nacional -como reza el himno nacional «un soldado en cada hijo te dio» en los últimos veinte años hasta la parcela en donde se cultiva el chipilín. También donde pastan las vacas felices que producen el queso chiapaneco y todas las variedades de café del mundo mundial. «Rojos de corazón » como reza la propaganda electoral del PRI. Pero no es el color predominante en el estado mágico de la República. Bien podría ser el verde el tono protagónico -como el que recuerda Lorca «verde que te quiero verde» y NO el otro. Siempre el verde inmenso -casi infinito- de la zona de los Altos y el reflejo en el río Usumacinta en el agua. Y ya entrados en gastos, también toda la gama de colores del arco iris: preponderante el blanco como el brillo de la sonrisa de los indígenas tzotziles de Zinacantán, en sus bodas, ceremonias religiosas y más más más en sus misas dominicales. También el azul del cielo, infinito e inmenso, el del hotel b¨o y el de la felicidad inigualable. Y más morado, como la magia de su religión, de sus vestidos típicos y de su aura bondadosa. Chiapas solo se observa con todo su esplendor con un crisol de más de mil colores y desde ningún lugar mejor que desde el «palco» de honor que es indudablemente el descanso de la cascada “Quiceañera” en el Chiflón. De día de campo, una experiencia única e irrepetible, es sentir la brisa del agua de la cascada a “chorrocientos” metros de altura, y gozar del descanso reparador después de haber cumplido exitosamente con el escabroso y estrepitoso ascenso. Armado con una insuperable compañía de viaje, la consigna de un recorrido ideado con toda la responsabilidad social y «la dirección de unas 20 tías para darles recuerdos» me enamore de Chiapas, de sus regiones todas, de su geografía, de su gastronomía y más más más de su gente. Obviamente «no estaba haciendo tours inspirados por los zapatistas ni bajo consigna de escribir sobre el subcomandante Marcos para ninguna revista» ni la #orgullosamentemexicana ni otra más. Solo tenía el pretexto de descubrir Chiapas con Carlos Santiago al volante, del tingo al tango, de Tuxtla a San Cristóbal. De las cascadas del Chiflón -que presumen El suspiro, Alas de ángel y el Velo de novia hasta los Lagos de Montebello allende de territorio nacional. Del Parador Santa María en La Trinitaria hasta el Parador Museo San Juan de Dios y su suite amueblada por Don Shoemaker. De la región Tzotzil en la comunidad indígena de Zinacantán “lugar de murciélagos» y su inmaculada iglesia de San Sebastián a la comunidad de San Juan Chamula. De Chiapa de Corzo a los embarcaderos de Cacahua. Se quedaron en el tintero la visita al museo de Sergio Castro con su colección de trajes regionales típicos y a los centros ceremoniales del mundo maya: Toniná, Bonampak y Palenque, pero bien dicen que el mejor momento de hacer planes es durante las vacaciones y lejos, bien lejos de nuestro Radar. Allí prometimos regresar. Urge con urgencia. Disclaimer: evita a toda costa toparte o encontrarte con Denia C. Pérez Díaz so-called agente de tráfico y aún más su supervisor en turno Adalberto Martínez ambos nada dignos representantes de una línea aérea de cuyo nombre no quiero ni acordarme. Come frutas y verduras. Sígueme en @rafaelmicha en Twitter e Instagram y lee todas las columnas aquí en radarmicha.com